Este fin de semana pasado los adultos del hogar, y gracias a la ayuda de parte de la familia que está de visita, pudimos hacernos una escapada para reconectar con viejas aficiones. En este caso, pasear por el monte, disfrutar de la naturaleza y alejarnos de la ciudad, los teléfonos, ordenadores, y demás "avances" de la vida moderna.
Fuimos a Shenandoah National Park, un parque nacional que tiene una larga historia de conservación de la naturaleza en esta parte de la Costa Este de USA. Shenandoah está aproximadamente a 1.5 - 2h de Washington DC, muy cerca en realidad. Se caracteriza por la famosa carretera Skyline Drive, que durante unas 105 millas recorre la cresta de estas viejas montañas, con serpenteantes curvas y un asfalto perfecto aunque algo estrecho (si, he estado aquí antes con la moto, aunque no en esta ocasión. Tengo que volver a hacer curvas por allí porque es una auténtica gozada). El tiempo fue típico de final de verano aquí, o sea, algo húmedo y con lluvia, aunque los días que estuvimos nosotros no nos llovió (pequeño chispeo nada más) así que tuvimos suerte. Shenandoah, debido a su carácter "montañoso", con laderas cambiando de orientación continuamente y diferentes estratos altitudinales, tiene una gran riqueza en biodiversidad. Aunque para paisajes, los que da este sitio en otoño. Tenemos pensado volver entonces, esta vez con los niños seguramente.
En previsión de los paseos por el campo sin tener que estar atendiendo niños pequeños, yo centré un poco la visita en tomar fotografías de paisaje que es así como me inicié en este maravilloso arte, para lo cual alquilé un objetivo muy bueno para estas tareas (y muy caro; no sé si hice bien, porque cuando se ven estas fotos a máxima resolución la mandíbula inferior me golpea el teclado, alucinado me ha dejado con la nitidez). Como soy un poco burro me llevé casi todo el equipo fotográfico, incluyendo teleobjetivo por si algún pajarillo se me ponía a tiro, me gusta mucho la fotografía de bichos y pensé que quizás algún pequeño ser alado se me pondría a tiro.
Resulta que se nos pusieron "a tiro" bichos un poco más grandes, como muestro en las siguientes fotos.
Hembra de "White-tailed deer" (Odocoeileus virginianus), en esta foto no se aprecia pero efectivamente tienen una larga cola blanca. No es un bicho raro de ver en absoluto porque casi todas las noches los tengo en el jardín comiéndose el césped, pero la población de los parques de Washington DC no tiene este lustre, y verlos en su medio natural y acercarte poquito a poco para que no se espanten tiene su gracia.
El siguiente encuentro reseñable tiene más gracia. Nos dijeron que si queríamos ver una osa con tres cachorros, y nos fuimos corriendo al árbol donde se había subido la familia. Cuando llegamos estaban a unos 15 metros del suelo, casi en lo alto de un gran árbol. Es increíble ver a un Oso Negro Americano (Ursus americanus) subido a un árbol, la fuerza que tienen que tener para subir todo ese peso sin aparente esfuerzo. Cuando llegamos había otras tres o cuatro personas dándole a las cámaras, y al poco tiempo la osa miró hacia abajo y dejó escapar un gruñido profundo y grave, de unos 5 o 6 segundos de duración. OK, va siendo hora de retirarnos un poco, supongo. Los osos negros no son tan peligrosos como un Grizzly (estos son más peligrosos que un leopardo y te pueden matar de un solo golpe; en esta zona de USA no hay). Una de las ocasiones en las que resultan peligrosos es precisamente cuando una madre siente peligro y quiere proteger a sus crías. Así que nos retiramos un poco y vimos cómo bajó primero ella, me pareció enorme (las hembras pueden llegar a pesar más de 150 kilos; los machos son más grandes). Poco después bajaron las crías, una detrás de otra. Lamentablemente la pifié con los ajustes de la cámara (será la emoción del momento) y no son gran cosa, pero ahí van algunas instantáneas del momento.
Mamá osa gruñendo, lista para bajar del árbol.
Dos de los pequeñajos bajando (tomada a distancia prudencial. Mami está ya en el suelo, vigilándonos)
Una semana después, estamos de nuevo inmersos en la rutina, pero ha sido una pequeña escapada muy relajante. Ahora a organizar una visita en otoño, los colores en esa época son espectaculares.