El finde pasado estuvimos en el Newseum, el que creo que es uno de los mejores museos que he visto últimamente. No por lo elevado de su arte, si comparamos este parámetro no alcanzamos ni a considerarlo, pues es un museo de nuestra historia reciente, aquella que se puede capturar con fotografías. El Newseum es un museo moderno, inaugurado en el 2007, está justo al lado de la imponente Emabajada de Canadá y muy cerca del Capitolio. Recoge exposiciones sobre noticias, el papel de los medios de comunicación en la historia reciente, así como muchas exposiciones interactivas, muy interesantes. En total, seis pisos, una pasada.
Entre las exposiciones, estaba la de Walter Ioos, fotógrafo de Sports Illustrated, el cual tiene más de 300 portadas publicadas en esta revista. Había fotografías sencillamente sublimes, pero por el tirón emocional y de recuerdo me quedo con este momento deportivo, que nunca se ha vuelto a repetir aquí en la NBA, cuando el mundo asistió a un duelo histórico, una pelea contra la fuerza de la gravedad. Una lucha que elevó a categoría de leyenda a Michael Jordan, el deportista que más he admirado desde siempre, y que todavía ocupa el número uno en mi particular clasificación de atletas.
Como digo, había fotos espectaculares, pero no me gusta plagiar la obra de otros fotógrafos. Lo que pasa es que este momento es digno de mención. Esta foto no es sólo lo espectacular del mate, que se hizo mundialmente famoso. Fijaos en el marcador. Michael necesita un mínimo de 48 puntos para ganar a Dominique Wilkins y hacerse con el título. Es el último mate, y necesitas clavarlo delante de 50 mil personas en tu estadio, todos tus fans esperan un momento glorioso.
Air Jordan.
Photography by Walter Ioos
Cambiando de tercio, la otra exposición que merece la pena realmente en este museo es la de todas las fotografías ganadoras de un premio Pullitzer. Muy bien presentada, muy bien iluminada (por fin!!, es algo de lo que me suelo quejar en las exposiciones de fotografía, una foto no es un cuadro y no se ilumina igual), y con unos contenidos que hacen encoger el corazón hasta que duele, por la dureza de muchas de las imágenes. Imágenes atroces que denuncian lo cruel que puede llegar a ser el ser humano, y no por ello menos necesarias.
Hay otras exposiciones dignas de mención, muchas de ellas giran en torno al precio que tiene la Libertad. Me gustó la dedicada al Muro de Berlín, con secciones completas del muro en exposición y con una torreta de vigilancia del lado comunista. Me quedé mirando un rato ambos lados del muro, el gran contraste que hay entre el lado occidental lleno de graffitis y el lado comunista, frío, sin vida. El papel de los medios de comunicación fue importantísimo para los habitantes de la Alemania oriental pues las filtraciones de señales de radio y TV eran la única forma que tenían de saber qué pasaba al otro lado y en gran parte del mundo. Uno de los paneles de este museo enseña un mapa con todos los países que no tienen libertad de prensa, y son mayoría. Efectivamente, quedan muchos muros por derribar.
Muro de Berlín. Izquierda, el lado occidental. Derecha, el lado oriental.
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