Es un poco tarde ya y el viento helado rasga la noche ahí fuera. No se oye ni un sólo ruido en todo el vecindario, se podría decir que las cosas están tranquilas. Fuera sí, y por dentro, ahora, también. Pero no ha sido así últimamente. Este último trimestre he trabajado mucho, supongo que como tantas otras personas. En mi caso ha supuesto sacrificar prácticamente todo mi tiempo libre, mis aficiones, mi espacio, para tirar del carro y contribuir a sacar adelante proyectos muy importantes para la empresa para la que trabajo. Participando en el equipo más cualificado con el que he trabajado nunca, ha resultado una experiencia muy gratificante.
Pero estoy cansado. Necesito unas vacaciones, desconectar, cargar las pilas. Qué mejor que transportarme a otra realidad y pasar unos días al otro lado del océano. Qué fácil es volar y cruzar el charco. Y qué brusca va a ser la descompresión y el shock cultural, una vez más.
Ha pasado todo un año desde mi última visita a España, 12 meses sin pisar el polvoriento suelo de la meseta, sin respirar el frío y seco aire invernal del centro peninsular. Cuatro estaciones completas sin contemplar en primera persona los paisajes, urbanos y naturales, de la tierra que me vió nacer. Lo cierto es que amo a mi país y lo hecho de menos. Y también, por qué no decirlo, me resulta un lugar extraño, donde se mezclan costumbres conocidas y otras que por falta de uso resultan chocantes y hasta desagradables.
Extraño en gran medida a mucha gente que dejé atrás. A algunos les veré una vez más en esos encuentros fugaces, luchando contra el calendario obscenamente ridículo de estas fechas. A otros puede que nunca los vuelva a ver.
Sí, la distancia a veces duele. Pero también da perspectiva, y creo que hace que uno se conozca mejor.
Espero disfrutar de mi estancia en Madrid, que me causa cierto estrés por lo ajetreado de las fechas, y porque pasar de 100 a 0 en un día me va a sentar fatal.
Es posible que escriba algún post en estas fechas desde mi tierra, con el espíritu crítico que me caracteriza, poniendo a parir la situación tan desmejorada en la que se encuentra mi país, que me saca de quicio.
También es posible que me aleje del ordenador más de lo habitual y no me prodigue mucho. Cuando esto ocurre sólo chequeo el correo electrónico una o dos veces al día, todo un récord.
Me gustaría escribir una entrada de fin de año, haciendo balance de lo que ha supuesto vivir en Washington durante este 2009, teniendo en cuenta todos los cambios que se han producido.
Y los que todavía están por llegar.
Si todo va bien, mañana estaré volando de vuelta a casa por Navidad como el turrón ese.
Mazapanes, turrón, villancicos, los adornos navideños, el tráfico, los regalos, el Día de los Santos Inocentes, las campanadas, las uvas, las copas, el chocolate con churros, la San Silvestre.,el roscón, los Reyes Magos........si es que uno no se da cuenta de lo peculiares que somos hasta que sale un rato.
2 comentarios:
Espero verte mañaña Juan!
Un beso, Ana Aranda
Esperamos verte por aquí. Besos.
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