viernes, 17 de diciembre de 2010

The Yearly Visit



En breve estaré volando sobre el océano, cubriendo una distancia enorme en tan solo unas pocas horas. Sin tiempo todavía para frenar, todo se mueve al ritmo de estos tiempos para mí. En breve pisaré la tierra que me vió nacer, y haré lo que millones de españoles hacen en estas fechas. Siempre es raro volver "a casa", cuando uno ya no tiene ni idea de qué significa ese término. Ya pienso, sueño, y digo palabrotas en inglés. La inmersión para mí es bastante profunda, aunque no total. Pero sólo echar hoy un vistazo a las noticias de España para no parecer un gringo paleto cuando aterrice me hace pensar que un año más esto de estar lejos hace inevitable un cierto choque cultural, acentuado por un modo de vida ligeramente distinto, pero sobre todo por la distancia y el desapego del día a día hispano.

Bienvenido sea este vuelo oceánico, pues tengo ganas de pisar de nuevo la Piel de Toro y disfrutar de las cosas de siempre, de lo conocido y ajeno, al mismo tiempo.

El próximo post, desde Madrid.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Washington with new eyes

Estos días estoy sólo en Washington. Mi familia hace ya dos semanas que está en España, yo me he quedado con una cantidad de trabajo enorme aunque en unos pocos días saldré para Madrid para reunirme con los míos como todas las Navidades y tomarme unas más que merecidas vacaciones.

Tres años. Son tres años ya los que llevo viviendo en Washington, evidentemente se han pasado volando con todos los cambios que se han ido sucediendo en mi vida, cambio de país, trabajo, primer hijo, cambio de trabajo, segundo y tercer hijo de golpe, etc. Las visitas del primer año se han ido difuminando como es natural, y ya no es tan común sacar a los visitantes de turisteo. Esta mañana se ha levantado un día decente, lo que últimamente quiere decir que las temperaturas han subido de 32 grados Fahrenheit. Qué excusa más perfecta para coger la mochila, meter la cámara y un par de objetivos (incluyendo uno que me han traído los reyes por ser bueno), y salir a pasear por el National Mall para redescubrir la ciudad en la que vivo bajo la óptica de un visitante. Es algo que debería haber hecho en Madrid mucho más.

Algunas de las vistas son ya cotidianas y forman parte de mi paisaje mental, como por ejemplo el Washington Monument, que veo a diario pues está al lado de mi trabajo

WashingtonMonument

O el capitolio, que también puedo ver a diario a lo lejos cuando entro y salgo de trabajar. Para los que no lo sepan, el motivo por el cual no hay rascacielos en Washington es porque ningún edificio puede ser más alto que el Capitolio. Evidentemente es enorme y domina el paisaje urbano de la ciudad.


En el estanque que hay delante del Capitolio, que por cierto estaba helado, he pasado un rato divertido practicando fotos de gaviotas en vuelo con el nuevo objetivo (para los interesados, un 70-200 f2.8 también conocido como el "torpedo"), los resultados en esta primera prueba son más que satisfactorios. Echo de menos la fotografía de fauna, la única "fauna" de la que últimamente capturo imágenes bebe biberones o come papillas, como mucho acaba de empezar la guardería. Ojo que no me quejo, que también me gusta hacer fotos a los enanos. Pero echaba de menos algunas como esta


El National Mall también puede deparar algunas sorpresas. Es una zona llena de visitantes y museos, y en la entrada del National History Museum me he encontrado con la tradicional reunión de "Santas", que empezó hace algunos años en San Francisco (en la Costa Oeste son más creativos por lo general) y que se ha popularizado por todo el país. O al menos eso me aseguraban cuando he preguntado qué pasaba y de qué grupo o asociación eran (esto es el país de las asociaciones y clubs, es la balanza que se pone al conocido individualismo del americano medio).

Algunos disfraces estaban muy currados, esta chica me ha recordado a Lady Gaga...

LadyGaga

....aunque me quedo sin duda Con Chewbacca - Santa Claus


ChewbaccaSanta

Ya no habrá otro sábado en Washington hasta el año que viene. Estoy contando los cuatro días que me quedan de absoluta locura laboral para parar un rato, recuperar fuerzas, y empezar el cuarto año de aventura americana.

Parece que fue ayer.