El fin de semana pasado hicimos una escapada a Canadá, aprovechando la visita de familiares alquilamos una furgoneta y visitamos las Cataratas del Niágara y Toronto, ciudad desde la que me volví el domingo por la noche en avión hacia Washington, y es que alguien tiene que levantar el país, no?. Je,je, qué expresión más española, aquí no se dicen esas cosas....
El viaje en carretera desde DC dura unas ocho horas, que hicimos en dos tramos, saliendo el viernes por la tarde y durmiendo en no me acuerdo qué pueblo, lo único que sé es que era la Pennsylvania profunda. Si alguna vez viajas por USA y te preocupa el alojamiento, relájate. Salvo las ciudades grandes donde sí aconsejo reservar en cualquier caso, el concepto de "road trip" es perfectamente viable en este país. Hay literalmente miles de moteles de carretera donde poder pernoctar, y suelen tener una relación calidad / precio más que razonable, unos 50 - 60 dólares por noche, incluyendo desayuno. En cada pueblo de más de 200 habitantes hay al menos uno, y muchos por la carretera.
Al día siguiente, llegamos a Niagara Falls, pasando por la industrializada ciudad de Buffalo, la segunda ciudad más importante del estado de New York. En Niagara Falls estuvimos un rato en la parte americana, viendo el centro de interpretación y haciendo algunas fotos de las cataratas. Luego cruzamos la frontera, se hace a través de este puente y nos llevó un ratillo aunque no fue excesivo (suele haber cola).Las cataratas en sí, vistas desde el lado de Canadá, son impresionantes.
Cataratas del Niágara, lado americano (detalle)
Y una panorámica de las dos grandes cataratas, vistas desde la parte canadiense
Y una panorámica de las dos grandes cataratas, vistas desde la parte canadiense
La de la derecha es la más grande y famosa, la "Herradura", donde se han rodado cientos de películas, y está en Canadá. La de la izquierda es la catarata estadounidense, así que uno se hace una idea de por dónde va la frontera.
El domingo por la mañana compramos un ticket para acercarnos un poquito más, en el "Maid of the Mist", un barquito que se llena de turistas con chubasqueros azules (un plástico que te dan en realidad) para ver las cataratas desde MUY cerca. Me llevé la cámara "vieja", mi querida Nikon D200, la cual había sometido ya en África a los rigores de la humedad, y en la cual tenía confianza para superar esta prueba. Podía haber metido la nueva también, que tiene un sellado incluso mejor, pero no me la quise jugar por si acaso y además con esta tenía un buen gran angular. Efectivamente, funciona con grandes salpicaduras sin problemas, no es que sea subacuática pero mojarnos nos mojamos un rato. Todas las fotos que saqué durante este rato las hice levantando la cámara al más puro estilo fotoperiodístico, por encima de las cabezas de la gente, mirando en sentido contrario cuando venía una nube de agua pulverizada para evitar la entrada del líquido elemento en fosas nasales, ojos y boca, lo cual acentuaba la recogida de agua por parte del objetivo y la cámara, que acabaron totalmente empañados por la humedad. Los encuadres que obtuve son cuanto menos curiosos.
La foto no es gran cosa, pero da una idea de lo que es "estar ahí".
Una vez terminada esta experiencia, de nuevo a la carretera y hacia Toronto. Curioso volver a ver límites de velocidad en Km/h, pero un paisaje perfectamente reconocible en forma de "carretera americana", con sus grandes pick ups y carriles más anchos.
La ciudad de Toronto tiene alrededor de 2,5 millones de habitantes, y una línea desde lejos inconfundible y espectacular vista desde el lago Ontario. Desgraciadamente iba conduciendo y no tengo fotos de esta parte, pero el día era totalmente transparente y se veía desde lejos. Esta ciudad tiene una silueta inconfundible, gracias a un edificio en concreto, que la ha hecho famosa.
La ciudad de Toronto tiene alrededor de 2,5 millones de habitantes, y una línea desde lejos inconfundible y espectacular vista desde el lago Ontario. Desgraciadamente iba conduciendo y no tengo fotos de esta parte, pero el día era totalmente transparente y se veía desde lejos. Esta ciudad tiene una silueta inconfundible, gracias a un edificio en concreto, que la ha hecho famosa.
CN Tower, Toronto, vista desde la ventana del hotel.
La CN Tower, en pleno centro de Toronto, es una torre de observación y telecomunicaciones que tiene una altura de 553.33 metros, lo que la convierte en el segundo edificio más alto del mundo en la actualidad, tan solo superado por el monstruo que están construyendo en Dubai. En el año 1995 fue declarada como una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno por la American Society of Civil Engineers.
Tiene una presencia tan característica que decir Toronto es visualizar la presencia de este edificio. Y, lo mejor de todo, se puede visitar y tiene observatorio ahí arriba.
Tiene una presencia tan característica que decir Toronto es visualizar la presencia de este edificio. Y, lo mejor de todo, se puede visitar y tiene observatorio ahí arriba.
Tuve el privilegio de estar en las Torres Gemelas hace muchos años, cuando se visitaba la azotea y se podía "volar" por encima de New York desde 110 pisos de altura. La CN Tower es bestial en cuanto a la altura a la cual uno puede observar, es una experiencia más cercana a un vuelo en avión a baja altura. Las vistas desde luego recuerdan a una aproximación a un aeropuerto, pero uno está en un edificio.
Los edificios que se ven en esta foto deben tener unos 20 pisos
El observatorio tiene dos niveles, uno a 342 metros, y el Sky Pod, 100 metros más arriba. Las vistas desde el Sky Pod son espectaculares, tuvimos suerte con el día porque estaba perfectamente despejado y claro, aunque las temperaturas canadienses no son las de Washington (tampoco es que hiciese mucho frío, pero un abriguito sí hacía falta).
En un fin de semana a mí no me dió tiempo a mucho más. Limusina al aeropuerto (más barata y fiable que un taxi) y de regreso a casa. Lo bueno del viaje es que el vuelo es de sólo 1 hora y 20 minutos, y que el control de inmigración está en el propio aeropuerto de Toronto, lo que permite tratar este vuelo como un vuelo regional y aterrizar en el Aeropuerto Nacional de Reagan, que tenemos a escasos 10 minutos en coche de casa (por cierto, por si alguno se lo pregunta, no, no es molesto, porque los vuelos acaban a las 10 de la noche para no molestar a los ricos inquilinos del otro lado del río). Mi mochila con el equipo fotográfico despertó el interés de una aburrida empleada de seguridad, que me hizo sacar TODO su contenido y revisarlo entero. Después de haber toqueteado todos mis objetivos ya tenía las gónadas un poco inflamadas y mi espíritu de colaboración decaía por momentos pero me dejó ir sin más. Volar es cada día más incómodo por este motivo, aunque el vuelo llegó en hora y sin mayor contratiempo. No está mal para un fin de semana que aproveché a tope, Toronto me gustó bastante y me gustaría volver con más calma en otra ocasión, y quizás pasar más tiempo en Canadá para conocerlo mejor.
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